Horacio Villaseñor Manzanedo
La escuela de pensamiento más extendida por todo el mundo, la de mayor apoyo internacional desde hace 33 años y sin duda con mayor impacto en la administración pública conocida como la Nueva Gestión Pública (NGP), hoy está siendo considerada conflictiva, polémica y problemática. Se trata del enfoque neoliberal, ese que propuso ver a los ciudadanos como clientes e implementar prácticas exitosas de la iniciativa privada en la función pública, con la creencia de que la visión del mercado ayudaría a obtener mejores resultados, creencia, ahora convertida en un dolor de cabeza. No existe servicio público en manos de privados que sea bueno ni económico, la razón es simple, las administraciones privadas y públicas son totalmente distintas, tienen fines diferentes. Las primeras buscan negocio, utilidades, lucro, las segundas estabilidad política y calidad de vida general, las primeras se enfocan en resultados, los cuales no siempre son buenos para todos, las segundas centran su visión en los procesos democráticos, de allí que la visión neoliberal fracasó. Guadalajara vive en relativa estabilidad política, pero desde hace décadas, desde que se concesionaron servicios públicos a privados está hecha un asco y a punto del colapso. Me explico. Cuando el motor del desarrollo fue el gobierno se logró lo que se denominó Estado de Bienestar, con el tiempo los actores políticos se pudrieron, los recursos no alcanzaron y la elección tomada entonces fue sustituir la burocracia por una posburocracia, una visión para vaciar al gobierno, debilitarlo institucionalmente y empoderar a la sociedad económica y a la civil no gubernamental. Sonó bien, gobierno mínimo y mucha participación ciudadana, pero el sistema gubernamental diseñado para la estabilidad política y no para la eficiencia gubernamental fue más potente, confundió y la consecuencia; Guadalajara, hoy, convertida en una ciudad abandonada en su conservación y mantenimiento, sin desarrollo de infraestructura de los servicios públicos y con una clase política ignorante en administración gubernamental, la ciudad se observa descuidada y convertida en un peligroso lugar. La nueva visión sobre la gestión, implementada, desde los años noventa, favoreció solo a la clase más influyente, para los representantes políticos ganadores de elecciones, ignorantes de la función pública, quienes su mayor incentivo es reelegirse o brincar a otro encargo, aunque “le hagan al cuento” nunca se interesaron por los problemas de la sociedad y el porvenir de la urbe. Actualmente, el ayuntamiento sigue haciendo lo que no ha servido para queGuadalajara tenga servicios de primera; agua potable en las llaves, drenaje, alumbrado, limpieza, alimentos, panteones, rastros, avenidas, pasos a desnivel, calles, parques y servicios de policía y tránsito suficientes y eficientes, se dejó de hacer y prever lo importante, el bienestar futuro en la metrópoli. El engaño sigue, la “autoridad” distrae irresponsablemente, a la sociedad, con programitas mediáticos invitando a la corresponsabilidad, perdiendo tiempo y recursos destinados a acciones llamativas y sencillas de implementar, redituables electoralmente e inservibles para evitar que Guadalajara colapse. Sin inteligencia para regresar al camino correcto, sin capacidad para rediseñar la institución, reestructurar sistemas y lograr hacer con recursos propios todo lo que es obligación del ayuntamiento, el gobierno municipal seguirá siendo una lamentable caricatura y el eslogan, “la ciudad que te cuida”, una estupidez. Ni hablar.
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