Horacio Villaseñor Manzanedo
La función pública no funciona porque los responsables de hacerla operar adecuadamente son los servidores públicos que menos saben al respecto,absurdamente, los de confianza. Existe, en ley, tres tipos de empleados gubernamentales, los eventuales o supernumerarios que son los que, por alguna conjetura contingente, no previsible, tienen que ser contratados para apoyar, por un tiempo determinado (generalmente periodos cortos), mientras se recupera y estabiliza la situación y se regresa a la normalidad. La realidad es otra, se contratan a “cuates y conocidos” en esta categoría, para emplearlos inmediatamente permaneciendo como eventuales por años, o sea son eventuales-permanentes, ¡el colmo! La otra clase de servidores públicos es la denominada de base, son los sindicalizados que, afortunadamente, como se cuidan entre ellos, se protegen y se defienden de los “va y vienes” políticos dan un poco de certidumbre ante el desastre que aparece con cada elección al generarse parálisis y reiniciarse la función pública, son ellos los que generan un poco de estabilidad. Los empleados de base son los que, por sus años de permanencia en el sector público algosaben, son los que evitan que todo esté peor, pero surge otro problema, al tener jefes que no saben más que ellos, los sindicalizados se convierten en una clase poderosa que termina haciendo lo que le da la gana, en la práctica se convierten en jefes-no jefes, ¡qué desastre! Finalmente, el tercer tipo de empleados gubernamentales son los denominados “de confianza”, que, por ignorancia, creen que se trata de gente de confianza de los que ganaron la elección política, no de confianza por su aptitud en el modo administración pública, por su ignorancia, en realidad son de confianza-no confiables, ¡vaya disparate! Me explico: El sistema de gobernación es jerárquico, los empleados de confianza, se supone son peritos, son los servidores públicos directivos en los que la sociedad debe tener esperanza firme de que cumplirán la ley, esa que fue aprobada por los representantes del pueblo y su único fin es el interés general. El sistema jerárquico o de gradación de personas se explica como la mejor manera de asegurarse de que todos, empleados de confianza, de base y supernumerarios cumplirán con la máxima diligencia, cuidado y esmero, todos sus deberes, ¡ojo!, cosa de forzosa imposición. Entonces, la jerarquía tiene por objeto asegurar que todo empleado sujeto a la dirección de alguien cumpla con sus deberes impuestos. Si un servidor público no es leal a la ley, ¡ojo!, a la ley, no a su jefe, si no es íntegro, imparcial y eficiente, el que falla no es él, sino su superior inmediato, que tiene la obligación legal de supervisar y asegurar la efectividad (Articulo 61, Ley para los Servidores Públicos del Estado de Jalisco y sus Municipios), lo que prueba que si la función pública no funciona es por la ineptitud de sus directivos no por la tropa que, por la incapacidad de sus jefes, al poder hacer lo que le da la gana y no haber consecuencias, racionalmente hacen lo que se les antoja. Con la creencia errónea de que los trabajadores de confianza deben ser de confianza del jefe, los directivos terminan siendo familiares, amigos o compromisos políticos, no profesionales con experiencia para arreglar las inservibles administraciones gubernamentales. En las leyes se observa la obligación de ser honesto y los incentivos negativos aplicables al no serlo, pero no hay castigopara los tarados que dirigen las administraciones que no saben o no le entienden. Los gobiernos no gobiernan porque son “dirigidos” en el mejor de los casos, con gente honesta pero tarada que no sabe controlar a los empleados chafa o sinvergüenzas y por ello cada día hay más directivos bobos y más deshonestos. El problema no es la corrupción, es la ineptitud. ¡Ni hablar!
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