Horacio Villaseñor Manzanedo*
Primero dejemos claro que, constitucionalmente, la responsabilidad única de que llegue agua potable a los domicilios particulares es de los gobiernos municipales, o sea, si el agua no llega limpia o no llega a las casas, los responsables son los regidores, el Síndico y el Presidente Municipal del Ayuntamiento del que se trate. También la constitución nacional prevé que si algún ayuntamiento, por inservible, débil, insuficiente, incompetente, inútil o incapaz no puede asegurar el servicio de agua potable, entonces puede, eventualmente, ceder su responsabilidad al gobierno de la entidad federativa de que se trate porque a la sociedad no le puede faltar el agua. Si el “gobierno estatal” sale igual o más incompetente y el servicio no se da en inmejorables condiciones, los municipios siguen siendo los únicos responsables y deben intervenir para exigir, a quien le cedieron la atribución, cumpla inmediatamente. Si los ayuntamientos fueran serios recuperarían el control, porque la obligatoriedad nunca la perdieron y deben solucionar el tan grave problema público, en lugar de hacer cosas sin importancia con el objeto solo de mantener, en el corto plazo, contentos a sus electores. Como tarados hay en todas partes, mejor se hacen tontos y se echan la bolita. Creer erróneamente que, como existe el SIAPA, la responsabilidad es de ese organismo, es cómodo, pero sin duda irresponsable y origen de la crisis que actualmente se vive. En 1976 el Gobernador del Estado nombró Presidente y Director del Patronato de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado de Guadalajara al ingeniero Jorge Matute, quien desde ese tiempo visualizó la necesidad de atender a los demás municipios de la Zona Metropolitana: Guadalajara, Zapopan, Tlaquepaque y Tonalá, en una organización conjunta institucional que coordinara los esfuerzos y ahorrara dinero integrando una sola red que sirviera para llevar el agua todos. Así, el 27 de marzo de 1978, Matute Remus creó el SIAPA y en su diseño dejó abierto el margen legal para que, con el tiempo, los demás municipios, como Tlajomulco, El Salto, Juanacatlán e Ixtlahuacán de los Membrillos se incorporaran, entonces creó, hace más de cuarenta y tres años la primera agencia metropolitana local, la primera instancia de coordinación metropolitana que ahora están tan de moda, lo que prueba, sin duda, de que la Ley de Coordinación Metropolitana local aprobada en 2011 no era necesaria, que fue un capricho de alguien porque la constitución nacional ya previa la posibilidad de que los municipios de asociaran o coordinaran para ahorrar y eficientizar los servicios que obligadamente deben otorgar. Fue así como, entonces, mi tío Jorge Matute Remus, Premio Nacional de Ingeniería 1972-1973, logró materializar su sueño de suministrar agua potable a su querida Guadalajara. Ahora no pueden ni siquiera conservar y mantener la infraestructura existente, hacer las ampliaciones correspondientes y asegurarse que nunca falte el vital líquido en todas las casas de la zona metropolitana, nada era más importante que eso. Otra vacilada más fue la creación del mal nacido Instituto de Planeación y Gestión del Desarrollo del Área Metropolitana de Guadalajara (IMEPLAN) que después de siete años de su creación no pudo evitar creciera el problema más importante y por cierto previsible. El agua potable que en Guadalajara aún no se puede beber, es ahora más necesaria que las buscadas vacunas contra el covid19 y evitar llevarla sucia o que faltara en algunas colonias era posible con un poco de cuidado, atención y “materia gris”, de allí que hay que ser muy tarado para llevar a la segunda ciudad más importante del país a una crisis de falta de agua. Ni hablar.
